jueves, 18 de abril de 2013

Poesía Infantil

La tijera

Dos grandes ojos tiene la tijera,
dos largas piernas finas.
Siempre en puntas de pie,
como una bailarina.
                            (Miguel Angel Viola)






El humo

El humo
de las chimeneas se va de viaje
y por eso se pone
su mejor traje.
Para
no perderse
daja sus huellas
por toda
la escalera 
de las estrellas.
                     (Elsa Bornemann)




La ventana

La ventana
es una ave
que quiere
volar.

En su viaje
descubre
que es lindo
poder mirar.
La ventana
por la mañana
se empapa de luz.

Y por la noche
se esconde
tras las persianas
como un avestruz.
                        (Saúl Schkolnik)




La abuelita
Quién subiera tan alto
como la luna
para ver las estrellas
una por una,
y elegir entre todas 
la más bonita
para alumbrar el cuarto
de la abuelita.
(Tomás Allende)




Gaviota
Liviana como una pluma
nunca deja de volar:
parece un copo de espuma
desprendido de la mar.
(Baldomero Fernández Moreno)






Manuelita la tortuga


Manuelita vivía en Pehuajó
pero un  día se marchó.
Nadie supo bien por qué
a París ella se fue,
un poquito caminando
y otro poquito a pie.

Manuelita una tarde se miró
en un charco y se afligió.
Dijo:  -"Yo no sé por qué
estoy arrugándome, 
si desde hace ochenta años
tengo un cutis de bebé".

Manuelita una vez se enamoró
de un tortugo que pasó.
Dijo:  -"¿qué podría hacer?
vieja no me ha de querer;
en Europa y con paciencia
me podrán embellecer".

"Manuelita", le dijo una perdiz,
"no te vayas a París.
Tan coqueta querés ser,
parecés una mujer;
las tortugas sin arrugas
se echan todas a perder".

Manuelita por fin llegó a París
en los tiempos del rey Luis.
Se escondió bajo un colchón 
cuando la revolución, 
y al oír la Marsellesa
se asomó con precaución.

En la tintorería de París
la pintaron con barniz,
la plancharon en francés
del derecho y del revés,
le pusieron peluquita
y botines en los pies.

Tantos años tardó en cruzar el mar,
que allí se volvió a arrugar,
y por eso regresó
vieja como se marchó,
a buscar a su tortugo
que la espera en Pehuajó.

Manuelita, Manuelita,
Manuelita dónde vas
con traje de malaquita
y tu paso tan audaz.
                                  (Ma. Elena Walsh)

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